María Antonieta de Austria, conocida por todos como la reina consorte, se casó a los 14 años de edad con el delfín de Francia, Luís XVI. Conocida también por ser una derrochadora y despilfarradora del dinero de Francia mientras que el pueblo pasaba miserias. Célebre su frase de "Que coman pasteles", la esposa de Luís XVI no escatimaba en gastos cuando se trataba de cambiar su aspecto físico y el de su corte. Hoy, no nos interesa hablar de ella en términos históricos y biográficos, sino analizar, con profundidad, su estilo, en concreto, el enlace entre dos corrientes artísticas como fueron el barroco y el rococó.
Para situarnos un poco en espacio y tiempo, recordamos que María Antonieta, frustrada por la incapacidad de su marido de hacerle sentir deseada, en todos los aspectos, y debido a su aburrimiento, celebraba en el palacio de Versalles, numerosas recepciones con modistos, peluqueros y zapateros de la época para así evadirse por un momento de la aburrida vida que allí ocurría. Pero la llegada a su nuevo hogar no significó que ella hubiera sido el eje fundamental de este tipo de estilo. Ya en Versalles, todo era ostentación, lujo y despilfarro; he ahí uno de los motivos de la sublevación francesa en 1789.
Hace poco, en un descanso de estudio, sentí curiosidad por este personaje viendo una noticia que decía que se habían cumplido 220 años desde su ejecución. Indagué e indagué y llegué a encontrar una película que retrataba a la perfección, su vida desde su enlace con Luís XVI hasta el momento de su muerte. Y fue, el filme de Sofia Coppola, hija del director y productor Francis Coppola, María Antonieta. Con un enganche desde el primer momento increíble, me decidí a escribir sobre el vestuario de la película ya que me llamó mucho la atención. Muchos de los estilos de la época son empleados en la actualidad por otras casas de moda.
El vestido "a la francesa" se puso de moda entre las personas de la realeza en el siglo XVIII. Consistía de 3 piezas; la bata, la falda y una pieza superior que cubría el torso como si fuera un corsé. La mayor parte de estos vestidos estaban estampados con florecillas pequeñas, colores lisos y cubiertos de lazos, sedas, encajes y gasas. Todo por supuesto, lleno de volúmenes. Para crear este efecto, debajo de todas las telas y enaguas, se ceñía sobre la cintura, un artilugio de metal de forma circular que hacía que el vestido tuviera estas dimensiones. En muchas ocasiones, llegaba a resultar extravagante.
Cuánto más abultado y elaborado era el vestido, mejor para aquellas damas.
El vestuario de la película corrió a manos de la famosa diseñadora de vestuario Milena Canonero, la cual ganó un Oscar por la película. No podemos decir que muchas de las prendas que llevamos en la actualidad no están inspiradas en esta gran época. ¿Los colores pastel? ¿Los lazos? ¿La época de los brocados con Balmain? ¿Los vestidos blancos de gasa? Una de las cosas que más me llamaron la atención, fueron esos zapatos en punta, babuchas de tacón bajo de todos los colores, tejidos y estampados. Y quién sino, iba a realizar tal exquisito trabajo digno de exposición. Manolo Blahnik, por supuesto. Auténticas obras de arte.
Otra de las tendencias de la época eran aquellas pelucas infinitas llenas de plumas, broches, flores e incluso pájaros disecados a modo de tocados, claro está. Y en la película lo reflejan a la perfección. Las pelucas de la reina, eran realizadas por su peluquero favorito, que llegaba todas las semanas a palacio con novedades desde París.
Criticada por muchos, sin quitarle mérito a sus frívolos actos, considero que era una simple adolescente, frustrada por la sociedad de la época, por su aburrida vida con su incapaz esposo de hacerla feliz, que encontró en la moda, su espacio de evasión y placer, así como en el lujo, las fiestas, el juego y el champagne. A ella le debemos el aplaudir en las óperas, los bombones, los macarons y el champagne como signo de lujo.
Después de dar a luz a su primera hija, María Teresa, sus vestidos se volvieron más sencillos y ligeros. Dejó de lado los odiosos corsés y se decantó por vestidos blancos, sueltos, y deshaciéndose poco a poco de los miriñaques. Además, puso el color blanco de moda. Algo que hoy en día, nunca morirá.
Hace dos días que comenzó la semana de la alta costura que reune a unos pocos diseñadores encuadrados dentro del haute couture. Hoy, se celebró en el Museo Rodin de Francia, el desfile de Dior alta costura. Observando los trajes, caí en la cuenta de que eran exactamente iguales, o muy parecidos a los del siglo XVIII llevados por María Antonieta y las demás damas. No fueron alucinaciones mías, por tanto encontré una gran intertextualidad entre estas dos épocas y diseñadores. Raf Simons, actual modisto encargado de la maison francesa, aclaró que toda la colección está inspirada en los vestidos de la corte francesa del siglo XVIII. Magnifique!




















